Bases genéticas y síntomas de Alzheimer
12 julio, 2018
El aumento en la esperanza de vida provoca que cada vez más personas sufran enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. De hecho, numerosos estudios vinculan directamente la enfermedad con la edad, dándose poco más de 50 casos por cada 1.000 habitantes de entre 65 y 74 años y 231 a partir de los 85 años.
Así, se estima que alrededor de un tercio de la población mayor de 80 años y la mitad de la población de más de 95 sufrirá los síntomas de Alzheimer, entre los que destacan el declive progresivo de las funciones cognitivas, la pérdida de memoria y los cambios de personalidad.
¿Cuáles son las etapas y síntomas de Alzheimer?
Los olvidos y las pérdidas de memoria pueden considerarse normales dentro del proceso de envejecimiento humano. Sin embargo, las personas que sufren Alzheimer experimentan estos síntomas de forma grave junto con otros como los cambios en el estado de ánimo y de personalidad, la pérdida de movilidad o los problemas de orientación.
La enfermedad de Alzheimer avanza de forma gradual. Su tiempo de desarrollo desde las aparición de los primeros síntomas hasta la fase final puede oscilar entre los dos y los veinte años, existiendo daños neuronales mucho antes de aparecer los primeros síntomas de la enfermedad (fase preclínica o presintomática). Los síntomas de Alzheimer más comunes en esta fase inicial son:
- Primeros problemas de memoria.
- Depresión, ansiedad, apatía e irritabilidad.
- Bajo rendimiento en pruebas cognitivas.
A estos síntomas de Alzheimer en su primera fase podemos sumar la dificultad para aprender cosas nuevas, la pérdida de espontaneidad o la pérdida del hilo de las conversaciones.
Durante las fases más avanzadas de la enfermedad, el Alzheimer suele ser altamente incapacitante, impidiendo al enfermo realizar actividades cotidianas e incluso perder el control corporal. Los síntomas se van agravando conforme avanza la enfermedad y la edad del paciente. Algunos de los más habituales son:
- Dificultad para recordar el pasado inmediato.
- Menor capacidad de receptividad.
- Dificultad para recordar fechas.
- Pérdida de capacidad para masticar alimentos.
- Dificultad para reconocer rostros y caras, aunque sean familiares.
¿Por qué se produce el Alzheimer?
El Alzheimer se produce por la reducción en la producción de un neurotransmisor llamado acetilcolina que provoca un deterioro en el rendimiento de los circuitos colinérgicos del sistema cerebral.
Las causas de esta reducción no son del todo conocidas, aunque algunos estudios han identificado, en personas afectadas por demencia causada por el Alzheimer depósitos anormales de proteínas beta-amiloide y proteína tau. Ambas proteínas forman agregados e inclusiones que desestructuran la corteza cerebral. Estos depósitos se forman muy lentamente, y pueden tardar años en afectar a las capacidades del paciente.
Actualmente, los investigadores buscan descifrar, de forma certera, dónde está el origen de la enfermedad, aunque no es sencillo. Algunos estudios lo vinculan a diferentes factores de riesgo, entre ellos diabetes (especialmente la tipo 2), hipertensión, obesidad o dislipidemias. Éstas últimas contribuyen a la aparición de aterosclerosis (angostamiento de las arterias), provocando un aumento del riesgo vascular cerebral. De ahí la posible relación de Alzheimer y salud cardiovascular. Sin embargo, también sabemos que el Alzheimer es multifactorial, por lo que puede asociarse a la combinación de factores genéticos y ambientales.
Lo que los estudios si han confirmado es la existencia de dos tipos de enfermedad en función de su forma de herencia y de la edad de aparición de sus síntomas: Alzheimer familiar o monogénico, y Alzheimer esporádico . En el primer caso, se puede observar una herencia autosómica dominante, mientras que en el segundo no existe ningún patrón de herencia mendeliano. Esta naturaleza, a falta de estudios más concluyentes, hace que, de forma genérica, debamos definir el Alzheimer al margen del grupo de las enfermedades genéticas, como una demencia de origen multifactorial en cuya patogénesis influyen tantos factores genéticos y ambientales en número y combinación no conocido.
Alzheimer familiar: bases genéticas
Entre las causas genéticas del Alzheimer se barajan diferentes mutaciones en los genes APP, PSEN 1 y PSEN 2. La región de los residuos 21-23 del péptido Aβ se considera un «sitio caliente» para estas mutaciones por las numerosas variantes genéticas encontradas en esta área de la molécula. Estas mutaciones elevan los niveles del péptido, son de herencia autosómica dominante, aparecen entre los cuarenta y los cincuenta años y se asocian a angiopatías, hemorragias cerebrales y demencia, uno de los síntomas de Alzheimer más característicos.
Sin embargo, las mutaciones en el gen APP constituyen menos del 1% de los casos de Alzheimer, por lo que las mutaciones de PSEN serían más importantes a nivel cuantitativo. Aún así, de forma genérica, las mutaciones en APP, PSEN1 y PSEN2 apenas representa el 30% de los casos de Alzheimer temprano.
Por otra parte, el que hasta la fecha se considera factor de riesgo genético más fuerte asociado con el Alzheimer es el gen apoE4 (Apolipoproteína E4). Las Pentapolitanas E (APOE) son un tipo de proteínas presentes en los mamíferos que intervienen en el proceso de metabolización de las grasas. Su función es mover compuestos grasos (como el colesterol) a través del torrente sanguíneo y distribuirlos por todo el organismo.
Las Apolipopotreínas son polimórficas, es decir, que a nivel genético, existen diferentes variables en función del gen que codifica la proteína. Estas variedades se denominan «alelos», presentándose en los humanos con tres formas: apoE2, apoE3 y apoE4. Cuando una persona tiene el mismos alelo de un gen en sus dos copias, se considera “homocigótico”. Si los alelos son diferentes, se denomina “heterocigótico”.
Se estima que entre un 50 y un 70% de la población es homocigótica para el alelo apoE3. Sin embargo, entre un 10 y un 15% presentan un alelo apoE4. Éste aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer, triplicándose en casos heterocigóticos y multiplicándose por 12 en homocigóticos, ya que la apoE aumentar el riesgo de aterosclerosis, considerada factor de riesgo importante para el deterioro cognitivo y la demencia.
¿Se puede prevenir el Alzheimer?
El Alzheimer afecta a 44 millones de personas en todo el mundo (800.000 en España según datos del Ministerio de Sanidad). Se trata, por tanto, de una enfermedad de gran impacto social. También se considera de larga duración, ya que produce daños en el cerebro años antes de la aparición de los primeros síntomas. Este conocimiento sugiere a los investigadores la posibilidad de plantear y diseñar estrategias de prevención que ayuden a retrasar e incluso frenar la aparición de los síntomas la enfermedad.
Puesto que el objetivo es actuar antes de que aparezca los primeros síntomas neuronales, gran parte de los estudios preventivos del Alzheimer están dirigidos a personas cognitivamente sanas. Algunos sugieren que mantener una buena salud cardiovascular (dieta y hábitos saludables, dejar de fumar, realizar ejercicio de forma habitual, etc.) puede ayudar a prevenir uno de cada tres casos de la enfermedad. Esto es lo que llamaríamos “prevención primaria”. La prevención secundaria estaría dirigida a modificar los procesos de la enfermedad en personas que no presentan aún los síntomas de Alzheimer pero que ya están experimentando cambios cerebrales detectables mediante biomarcadores específicos.
Por último, queremos destacar que comprender la relación entre enfermedad y factores genéticos o ambientales es fundamental para intentar prevenirla. El objetivo final es desarrollar fármacos que puedan administrarse en la fase preclínica del Alzheimer y que sean capaces de modificar su evolución retrasando al máximo la aparición de su sintomatología.
Y tú, ¿conoces más síntomas de Alzheimer o de otras enfermedades genéticas similares? ¿Te apasiona el mundo de la neurogenética? Si la respuesta en un rotundo sí, te recomendamos darle un vistazo a nuestro post Enfermedad de Parkinson y Genética.
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